viernes, 29 de mayo de 2009

"Sin el pan y sin el queso"

En la mañana del viernes 14 de noviembre de 2008, doña Sofía se dirigió al mercado regreso antes del mediodía a su casa para prender su radio. En ese momento escuchó que hablaban sobre el desplome de las pirámides, la estafa y el cierre de DMG.

Sin pensarlo mucho y al ser ella una de las afectadas, se dirigió a su teléfono y empezó a llamar a la emisora con insistencia, hasta que le contestaron. Cuando le preguntaron cuál era su nombre, ella sólo se dedicó a decirles que lo que pasaba en este país era que el gobierno no quería que educaran a sus hijos porque los ricos siempre querían vivir pisando a los pobres.

Esto recuerda doña Sofía mientras agrega con voz enérgica que DMG “no era una pirámide, era una empresa, una comercializadora donde se podía invertir al 10% y recibir buenas garantías, se acumulaban puntos y uno los cambiaba por plata o por electrodomésticos de buena calidad”. Mientras habla, doña Mariana, una mujer 72 años se acerca y agrega que el Gobierno y la Policía fueron quienes los robó, que las pirámides se las inventaron el Gobierno y el Grupo Aval, para luego tener el pretexto de intervenir a DMG.

La señora Mariana, madre de doña Sofía, vendió su casa por 33 millones de pesos, dinero que invirtió junto con 12 millones más en DMG. “Esta decisión la tome después de que una mañana me dirigiera a consultar mi saldo junto con mi yerno al banco donde había guardado mi plata, ese día el me dijo: ‘quédese en el carro’, entró al cajero y se demoró un poquito. En eso llegó un tipo en una moto, se parqueó afuera y yo estaba mirándolo desde el carro, entró al cajero, mi yerno no había asegurado la puerta, entonces el extraño le dijo allá adentro ‘dame un turnito que es que voy a hacer una transacción, yo no me demoro’, él le dio el turno, luego salió y se fue. Yo lo vi cuando ese tipo se fue, cuando sale Carlos mi yerno y me dice: ‘vea doña Mariana, me sale en blanco, no me da nada’, entonces yo le dije vamos por ventanilla, cuando mi yerno le pasa la tarjeta a la señorita, me pregunta: ‘esta firma que está aquí detrás de la tarjeta es suya?’, y yo le dije no, ‘entonces le robaron millón seiscientos mil pesos’, yo casi ‘me los como’, me destruyó mi tarjeta y me quedé sin con que reclamar”.

Luego de investigar un poco encontré que doña Mariana fue víctima de una modalidad de robo en los cajeros automáticos, en el que a los usuarios sin darse cuenta les cambian la tarjeta en medio de una transacción, les sacan la plata y se van. Los bancos dicen no responder por estos hechos ya que son fortuitos y los clientes no están asegurados contra éstos.

Doña Sofía interrumpe para agregar que su madre no vendió la casa por ambición, sino por un sueño que tenía de salir de una calle peatonal en un barrio popular a un sitio más central, para colocar un negocio junto con su padre y su hermano. Mientras tanto, doña Mariana se acomoda en la silla y sigue hablando: “Sólo me alcance a beneficiar un mes, ahora en abril recibiría la plata con la que iba a comprar mi casa. Sofía si se benefició un año y ahora en febrero recibiría lo de ella para también comprar la suya”.

Después del cierre de esta comercializadora a doña Mariana y a doña Sofía les tocó entregar las respectivas casas que habían tomado por arriendo, porque se quedaron sin con qué pagarlas, y desde ese momento viven en casas de familiares cercanos. Doña Mariana con su gesto revela no estar muy a gusto con los nuevos cambios en su vida. “A veces me siento estresada porque uno está acostumbrado a estar solo en su casa”.

Por un instante su rostro se llena de nostalgia y recorre mentalmente la casa que fue suya por más de 20 años. “Tenía cuatro cuartos, una sala y cocina grande, dos baños, solo para mi esposo, mi hijo y yo”. Ahora sólo doña Mariana espera que el Gobierno le devuelva la mitad de lo que invirtió en DMG y no los $160.000 que están anunciando.

Al término de esta conversación, doña Sofía se me acerca y agrega: “Quisiera que para el final de su trabajo dijera que el pueblo se concientice y que no se vaya a dejar comprar con unas tejas” para mostrar su descontento con las soluciones que ofrece el Gobierno a esta problemática nacional.

LA MUERTE DEL TERNERO

La tranquilidad de la siesta después del almuerzo se vio interrumpida por los quejidos que llegaban desde el establo. Doña Estela Delgado, la señora de la finca, nos dice: “Parece que el ternero sigue enfermo”, y junto con Amanda, una de sus hijas, sale a mirar qué le pasa. Después de un momento doña Estela regresa a la casa y le dice a Cristian, su hijo: “El ternero se nos va a morir, está muy mal y ayer no más vinieron a verlo para comprarlo junto con la mamá en $1.600.000, yo si seré de malas, se me dañó el negocio”.

Cuando acompaño a doña Estela de regreso al establo, lo que veo no es muy alentador: el ternero se encuentra tirado en el suelo y no deja de quejarse, tiene hinchado todo su cuerpo y da la sensación de que en algún momento podría explotar; tiembla, suelta espuma por la boca, se queja intensamente mientras seis personas lo rodeamos sin poder hacer nada. Amanda, en un intento de darle sosiego, le da agua con una manguera, y luego, después de casi quince minutos de dolorosos bramidos, el ternero muere, mientras su madre, la vaca Juanita, bala a lo lejos en el potrero, tal vez respondiendo a su llamado.

Acto seguido de la muerte del crío llega don Francisco, el esposo de doña Estela, y dice: “Qué pesar… ahora toca enterrarlo”. Don Francisco ordena a dos de los trabajadores de la finca y a Cristian su hijo que aten las patas del ternero con lazos para halarlo y poderlo sacar del establo. Después de que lo atan lo halan sin con seguir moverlo un centímetro, ya que el pequeño bovino pesa alrededor de 350 kilos. Entonces deciden intentar atando los lazos a la parte trasera de una vieja camioneta Chévrolet Luv modelo 86 que desliza sus llantas en el pasto mojado al acelerar y no consigue moverlo tampoco. Cristian, dice: “No papá, está muy pesado”, y él le responde: “Hágale otra vez”. Después de varios intentos ponen piedras debajo de las llantas de la camioneta y consiguen mover el cuerpo del ternero muerto.

Don Francisco ordena a sus trabajadores Robinson y Juan Carlos que abran el hueco para enterrarlo. Mientras ellos hacen esto, él coloca al ternero boca arriba y ata una de sus patas traseras y una delantera (o mano como él le llama) a un árbol hasta que el animal queda completamente estirado. Luego manda a su hijo a traer varios cuchillos para abrir uno de sus perniles, diciendo: “Quiero mirar cómo es esta enfermedad”. Cuando lo abre empieza a verse una gruesa capa de grasa y don Francisco con un dejo de tristeza dice: “Estaba gordo, nos lo hubiéramos comido en enero” y completa chistando: “Habrá que llamar al Padre para que haga la misa y lo enterremos, tenemos que esperar a don Olegario para que venga y le eche la bendición”.

Luego de un momento, cuando don Francisco ha abierto bien el pernil, me dice: “Mire la carne como está de negra y echa espuma”. Volteo a mirar y es como si los músculos del animal estuvieran hechos de ese material poroso con el que hacen colchonetas y sobre él se hubieran derramado grandes cantidades de tinta china. Don Francisco, con cara de impresionado me dice: “Esa bacteria ha sido tremenda”. Y luego le ordena a Robinson: “Vaya busque a don Olegario, dígale que el finado se murió”. Don Olegario es un hombre que debido a su conocimiento empírico sobre animales, mezclado con cierta superstición, en la comunidad se ha ganado el título de veterinario, sin serlo.

Después de un rato de hurgar el enfermo pernil, don Francisco dice que con éste ya no hay nada que hacer, y ordena de nuevo a su hijo Cristian que vaya a traer el hacha para cortar la pata. Después de un instante Cristian llega con el hacha y don Francisco de un solo golpe corta la pata del animal por la rodilla y yo siento un escalofrió que me sube por los pies.

“Miremos si esta bueno el otro pernil para hacerle comida a los perros”, dice don Francisco y empieza a abrirlo. Mientras hace esto me distraigo mirando los grandes ojos verdes, oscuros y vidriosos del ternero que han quedado bien abiertos, pero a la vez ciegos a la mutilación que estaba sufriendo en la parte baja de su cuerpo.

Después de despellejar el pernil y revisar que no tenga visos de la enfermedad, don Francisco lo corta con el hacha. Al parecer está bueno, aunque antes de que muriera se le había aplicado una inyección de retrovirus y habría que esperar un día antes de consumir su carne. “Mire ese pernilsote, dice don Francisco, esta bola pesa por ahí dos arrobas”, unos 50 kilos.

En ese instante llega don Olegario. Don Francisco le dice: “¡Se murió el animal y tan bonito que estaba!” mientras se vuelve y le señala la pierna que aun esta botando sangre negra. En esto don Olegario le dice con un gesto de afirmación: “Si ve, ¡yo le dije! esa enfermedad es así, mire como le atrofio los tejidos, eso es fulminante”.

El ternero al parecer murió debido a una enfermedad llamada carbunclo bacteriano producida por la bacteria Bacillus anthracis que forma esporas resistentes aún en condiciones adversas. El carbunco es altamente contagioso y ataca los bovinos, los ovinos, caprinos y rumiantes silvestres. Esta enfermedad por lo general es trasmitida por la vía digestiva y llega a causar la muerte repentina de los animales a los que ataca, se presenta por lo general con inestabilidad, hemorragias, convulsiones y asfixia. Todo esto mientras la víctima sufre un inmenso dolor al llenarse sus tejidos con líquidos que los infla y les da una apariencia de globo de feria, con su vientre hinchado y sus patas completamente rígidas.

Esta había sido la suerte del ternero con apenas un año de vida. Después de un rato, don Francisco pregunta si el hueco ya está, Robinson responde que sí, señalándolo. Cinco hombres toman el cuerpo y lo arrastran hasta depositarlo en su última morada suena un golpe seco contra el suelo, y don Olegario dice chistando: “¡Ay!, se desnucó”. Cuando miro hacia el hueco me doy cuenta de que éste es muy estrecho y todo el cuerpo del animal ha caído sobre su cabeza. De repente exclamo “¡Qué horrible!”, sin poder controlarme, y don Olegario me contesta: “Así es también con nosotros, sólo que se toman el trabajo de meternos en una cajita”.

Mientras cubren al ternero con tierra don Francisco manda a traer a Juanita para ponerle una vacuna y evitar que le pase lo mismo. Cuando la vaca llega a donde nos encontramos, empieza a balar y a oler por todas partes como reclamándonos a su hijo, da vueltas y vueltas como buscándolo en el prado, en el establo donde dormían. Logran atarla a un árbol y don Olegario, con destreza, le aplica la vacuna. Don Francisco dice: “Bueno, esto se acabó”, mientras los obreros acaban de tapar con tierra la improvisada tumba.

Después de un rato, a eso de las seis de la tarde, mientras salgo de la finca hacia mi casa, miro cómo unos vecinos están desenterrando de nuevo al ternero y le pregunto a don Francisco: “¿Por qué están haciendo eso?” y él me contesta: “Es que el vecino me pidió la cabeza para disecarla”.

Varias semanas después vuelvo a la finca y ya han vendido a Juanita. Nadie recuerda el suceso de la muerte del ternero. Al mirar el lugar donde enterraron al pequeño animal se ve a manera de lápida una casa para perros.

jueves, 28 de mayo de 2009

KALIBRE 35: Una historia para contar

“Una metáfora que va más allá de las ganas de hacer cine. Es sobre los sueños que tienen los jóvenes y la manera como los logran. La película, resulta una tragedia porque se desarrolla en un país que no brinda oportunidades para la creación, en Colombia se habla de paz, pero la gente que quiere aportar, no tiene oportunidades. Es una sociedad sin equilibrio que desconoce lo que significa el desarrollo espiritual para una nación”
- Raúl García, director.

“Kalibre 35” es una película donde encontramos diversas funciones estilísticas: Videoarte, video clips, videojuegos. Variedad de géneros: Policial, melodrama, ciencia ficción, cómic, road movie, suspenso; es una cinta donde se trabajan imágenes full color, blanco y negro, monocromatizadas, retocadas, digitalizadas, tomadas en 35mm; “Kalibre 35” es una película donde encontramos flasheo de imágenes, montaje esquizofrénico, rock punk.

El film se refiere de manera más estéticamente al medio, no a lo material ni a los personajes. Su intención es hablar el lenguaje de los jóvenes, porque en definitiva éstos son los que actualmente están dictando en el mundo los patrones estéticos. Una historia atractiva pues a lo largo de la película como espectadores logramos describir situaciones que nos relacionan y nos generan interés.

La relación espectador – film está basada en la manera como se plasma y trata la historia, y en la manera como se entiende y exterioriza la correspondencia entre música e imagen.

En el análisis del film hallamos hilos narrativos como la secuencia del carro donde los protagonistas aparecen en él y éste, el auto, se encontrará a lo largo de la película en un túnel obscuro que lo “absorbe” y siempre vuelve a la luz para conectarnos con otra escena. Podríamos considerar este momento como una metáfora donde vemos reflejadas las satisfacciones y vicisitudes que como seres humanos encontramos en nuestro diario vivir, pues a lo largo de nuestra vida muy a menudo pasamos por un túnel oscuro y, al final por lo general, siempre encontramos la luz. Esto lo vemos reflejado en el grupo de amigos y en los conflictos que se desarrollan al interior de la película.

Creo que este trayecto del carro en el túnel, que como ya mencioné se presenta varias veces y en otra textura, es una especie de premonición acerca del trágico final de los personajes. Es la muerte, la trágica y heroica muerte, de los tres jóvenes que cometen el robo. En el carro que transita por aquel túnel en aquella inmensa y misteriosa ciudad nunca aparece Akira, sólo aparecen sus tres compañeros, pues ella es la que queda viva y con el dinero para realizar el filme.

La conexión que se hace del túnel con la muerte nos lo confirma. Una de las últimas tomas cuando el primero de los asaltantes que muere aparece con los otros en el trayecto del túnel en otra textura, en blanco y negro y con un halo de risa, al ver que sus amigos creen haber coronado y no saben que el destino de ellos será el mismo suyo: La muerte.

Otro de los hilos narrativos importantes que encontramos es la sobreimpresión de un búho, cuya aparición es continua, y al ver esta escena incorporada a la escena del carro podemos hacernos la idea de un trágico desenlace, pues este animal para algunas personas siempre ha traído un aire de misterio, y por ser un ave nocturna se identifica además con la obscuridad de aquel túnel que también tiene historia entre nuestro diario vivir con respecto a la muerte, pues muchos cuando han estado cerca de ella dicen haberse encontrado en un túnel que los conduce hacia el final.

Tanto la imagen del búho como la del carro en el túnel son imágenes anticipatorias que intentan mostrarnos el trágico desenlace. Son imágenes que miran hacia el futuro en la diégesis; imágenes que se nos hacen intuir el desenlace del filme y que confirmamos, por ejemplo, con la escena del carro en el túnel cuando, a medida de que van muriendo, aparecen atravesando éste.

Así como hay escenas que nos conducen a un hilo narrativo, encontramos otras como la de las columnas que se presentan en la escultura del maestro Ramírez Villamizar que corona el parque nacional de Bogotá, y el juego que hay en ellas, nos puede indicar el punto de vista desde el cual está contada la historia, es decir desde el colectivo. También nos puede mostrar la inocencia, la ingenuidad, la pureza de unos personajes que planearon un robo a un banco como un juego de niños, así se muestran en las columnas: jugando a esconderse y encontrarse como niños detrás de éstos.

Además hay otras escenas que nos intentan mostrar el punto desde el cual se está narrando, una de ellas es cuando se van hacia el desierto a conseguir hongos. Allí se nos muestra a los personajes como niños en medio de sus alucinaciones, cuidados por un adulto o un ángel guardián que los contempla reconociéndose. Nos muestra la conexión, la amistad, la solidaridad que hay entre ellos, pero también nos muestra los conflictos y las fisuras de ese colectivo.

Ese ángel guardián, o Miguel Angel como lo llamaban ellos, es la imagen del viejo que siempre es una imagen enigmática, misteriosa, que al principio nos hace pensar que ésta fuese simplemente producto de la imaginación de los jóvenes. Solamente al final cuando aquel personaje apenas pronuncia palabra y ayuda a arrastrar a uno de los agonizantes cineastas nos damos cuenta que aquel personaje es real, existe y siempre estuvo allí.

Por otro lado se encuentra un manejo de imágenes en blanco y negro, sepia, entre otras, de las cuales se intuye pretenden hacer una diferenciación entre las acciones y malas de los personajes, o acciones que marcaron o condujeron al trágico final de los personajes. Por ejemplo escenas como la planeación del robo, la compra de armas, etc. Esta forma en que se representan las imágenes explora texturas, mostrando un desarrollo visual afín con la estructura cinematográfica. El manejo de colores y texturas es un recurso interesante del cine para generar contraste, llamar la atención o expresar algo.

El film recrea cada espacio y acción de los personajes que finalmente representan la manera como se sienten. Un ejemplo de ello es el punto de reunión del grupo: un teatro vacío y abandonado.

El hecho de que el tema central de la película sea precisamente la historia y las dificultades de unos jóvenes amantes del cine que desean hacer un filme, hace que muchas de sus imágenes y tomas hagan referencia al cine, como por ejemplo los afiches que aparecen, las referencias a otras películas, el sobrenombre de Fellini a uno de los personajes, etc. Esto también es una situación diegética que nos remite al cine colombiano, y que intenta tocar las fibras más hondas en los receptores ante situaciones como estas de nuestro país.

“Kalibre 35” es el reflejo del cine colombiano. Muestra los sucesos por los que tienen que pasar las personas que están interesadas en hacer cine con el corazón y que tienen día a día que inventar la manera de plasmar su sueño en un país que apenas está en proceso de aclarar y delimitar unas políticas culturales que pongan al cine y al arte como tal en el nivel de importancia que se merece.

El cine colombiano y latinoamericano en general se ha dejado contagiar en los últimos años de las formas comerciales para narrar (suspenso, policiaco, melodrama) y así cautivar al público que cada día se muestra más identificado con temas como estos. Pero aún así, encontramos partes del filme en “Kalibre 35”, donde mezclado con el suspenso existen unas fugas hacia lo más íntimo de los personajes, como rehusándose a dejarse contaminar totalmente por aquellas formas comerciales.

Esa lucha por no dejarse contagiar de las formas narrativas comerciales del cine se muestra también en el formato de la película que ellos querían hacer, y talvez el desenlace, aquel fracaso del filme, es un puntazo de triple vertiente: uno, para que la gente no se deje influenciar más del cine hollywoodense; dos, para los creadores del cine colombiano y latinoamericano como seña de que ante esto ya no hay nada que hacer y sólo queda el conformismo, la resignación y el acoplamiento a una nueva forma de hacer cine; tres, para que estos mismos cineastas reaccionen y no se dejen permear y mediar por estas formas comerciales.

Un mensaje que nos deja la película es que a veces nos empecinamos con algo y tratamos de llevarlo a cabo a toda costa, y en esa obsesión no nos damos cuenta si realmente ese algo por lo que estamos encaprichados vale la pena, pues así nos lo muestra la película cuando, después de haber cobrado tres vidas, el filme propuesto por los jóvenes es un total fracaso, como nos lo anunciaban algunos aburridos y poco llamativos fragmentos que se ilustraban en partes del filme mientras sus creadores la narraban.